Vivimos en un ir y venir de preocupaciones. En un mar de rutinas y problemas que se suceden en nuestra vida, y que nos afanamos en solucionar y uno tras otro sin descanso. Si algún día tuviésemos la oportunidad de mirar desde fuera el escenario que hemos montado y que vulgarmente llamamos vida, tal una obra teatral, nos daríamos cuenta de que somos como unas marionetas que casi no disfrutamos de ocasiones para nosotros mismos, para conocernos, para aprender a ser felices, para valorar a las personas que nos rodean (nuestra familia, amigos, etc.) a las que hemos brindado nuestra amistad y las que nos han confiado la suya, las que nos han ayudado sin pedir nada a cambio, a las que apreciamos, a las que amamos.
Pero, si observamos durante un segundo, y miramos más allá de nosotros mismos, nos daremos cuenta de que: hay alguien, entre toda la multitud, que al amanecer irradia alegría; que produce nostalgia en su ausencia; que despierta cada mañana a su familia de tal forma que lo primero que hagan al alba sea sonreír; que a su llegada al trabajo todos los compañeros sientan una punzada de alegría en el corazón cuando les desee como de costumbre los buenos días con la mejor y más sincera sonrisa; que a la llegada a casa produzca un ambiente de ánimo, alegría y sinceridad; que en el transcurso de la tarde, mientras realiza sus quehaceres, desprenda alegría por todos los costados; que a la llegada de la noche su esposa se sienta afortunada al entrar en casa; que sus hijos deseen que un día jamás termine; y que lo último que haga, el último suspiro de la jornada antes de caer en el sueño, vuelva a ser sonreír.
Entonces, nos preguntaríamos: ¿será que este raro ser no tiene problemas? Pues no, tienes los mismo que pudiera tener cualquier persona sobre la tierra. Pero la diferencia, y la respuesta a esta pregunta se encuentra en que afronta los problemas con la certeza de que conseguirá solventarlos y de que cuenta con infinidad de razones para evadirse de estos simples contratiempos. Bien, pero seguiremos preguntándonos, ¿quizá este personaje, sea como es, porque nunca ha sufrido de verdad? Pues no necesariamente, como una persona normal, ha tenido, tiene y tendrá los mismos problemas que quizá hayamos tenido, tenemos o tendremos nosotros: puede que haya sufrido la separación de sus padres; la muerte de un familiar; un suspenso escolar; la no aceptación de un joven de su edad; un desencuentro amoroso que nunca perdió la esperanza de recuperar, y que tal vez hoy sea la mujer que duerme a su lado y la madre de sus hijos; que no le sea sencilla legar a fin de mes, etc., etc., etc. Por tanto, la respuesta a esta interrogante la encontramos en que ha conseguido superar los escollos que se le han presentado y, además, ha sabido sacar la parte provechosa de cada uno de ellos, creciendo como persona poco a poco.
Pero aún, los más desconfiados e indecisos, nos seguimos cuestionando, ¿quizá este personajillo sea como es, debido a su carácter, todos somos diferentes no? Pues vaya, otra equivocación. Ciertamente, todos somos diferentes. Pero una parte de nosotros, viene dada genéticamente, y otra parte, la forma de ser, la personalidad, etc., la mayoría de estos componentes de nosotros mismos, van construyéndose desde que nacemos, por nuestra familia, nuestros profesores, nuestros amigos, nuestras vivencias, y sobre todo, por nosotros mismos. Entonces, esta persona ha sabido formarse, encontrarse a sí mismo, su propia aceptación, y todo con los medios que cada él mismo disponía, que cada uno de nosotros disponemos. Ahora, pocas preguntas más se nos presentan. Tan solo debemos evadirnos un instante, hacer una ocasión especial y reflexionar sobre quienes somos, quienes queremos ser, a quién amamos, que podríamos mejorar. Y antes o después, cuando menos nos lo esperemos, seremos unas personas felices.
Luego, podremos levantarnos de la butaca en la que veíamos esta peculiar obra de teatro, entrar en ella, y asumir el protagonismo sin olvidar todo lo que, simplemente observando, hemos aprendido.
A.
Luego, podremos levantarnos de la butaca en la que veíamos esta peculiar obra de teatro, entrar en ella, y asumir el protagonismo sin olvidar todo lo que, simplemente observando, hemos aprendido.
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