viernes, 31 de diciembre de 2010

"Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol." - Martin Luther King.

"¿Me preguntas por qué compro arroz y flores? Compro arroz para vivir y flores para tener algo por lo que vivir." - Confucio.

"La mayor declaración de amor es la que no se hace; el hombre que siente mucho, habla poco." - Platón.

"El amor consuela como el resplandor del sol después de la lluvia." - William Shakespeare.

"Duda que sean fuego las estrellas, duda que el sol se mueva, duda que la verdad sea mentira, pero no dudes jamás de que te amo." - William Shakespeare.

"La soledad es muy hermosa... cuando se tiene alguien a quien decírselo." - Gustavo A. Bécquer.

"Cuando el tiempo pase y me olvides, silenciosa vivirás en mí; porque en la penumbra de mis pensamientos, todos los recuerdos me hablarán de tí." - Gustavo A. Bécquer.

"Tan imposible es avivar la lumbre con nieve, como apagar el fuego del amor con palabras." - William Shakespeare.

martes, 28 de diciembre de 2010

Amalia (Cap.3)

Me propuse sacar de mi cabeza, durante un segundo, todo lo que había ocurrido antes; apartar también a Natalia, y a su familia; pensar un poco mí. Sentí verdadero miedo al recordar el examen que me esperaba tras el almuerzo, tan vital, como complicado; a pesar de haber estudiado durante varios meses y de mi bastante aceptable historial a lo largo de la carrera, no me veía capacitada para aprobarlo, no si seguía tan descentrada como estaba.
Esperaba que la comida con Néstor consiguiera distraer mi atención, y pudiera así concentrarme con mayor facilidad cuando llegara a la facultad.
Entre tanto, ya había dejado atrás la escasa distancia que separa el restaurante, en el que Néstor debía estar esperándome, y la plaza en la que me había visto con Natalia. Conseguí aparcamiento con notable rapidez, supuse que era debido al cierre de la mayoría de establecimientos y la salida de los empleados hacia su hogar. Intenta mantener todo el tiempo posible las ocurrencias más banales y triviales que me venían a la mente o veía a mi alrededor: como un niño enfadado tiraba al suele su juguete porque su madre no accedía a llevarlo en brazos; o como dos ancianos cruzaban la calle con la parsimonia de la sabiduría, de conocer la verdadera esencia de la vida, aquella en la que debemos disfrutar y percibir cada instante como irrepetible, cada persona como irremplazable. Pero era imposible evadirme totalmente, ese niño enfadado revivía la mirada angelical suplicante de vida que horas antes había percibido en la plaza; esos felices ancianos traían a mi recuerdo la abuela de Natalia y el distanciamiento de sus padres.
El claxon de un impaciente ciudadano con ganas de regresar a la paz de su casa me trajo de nuevo a la realidad, encontrando, con bastante fortuna, una plaza libre cerca del restaurante.
Al bajarme del coche ya veo a Néstor a en la puerta, esperándome.
Me recibe con un abrazo y pregunta:
- ¿Qué tal? ¿Como ha ido el día?
- Se podría decir que estoy bien, pero es todo demasiado largo de contar, entremos.
- Vale, pasa.- Pasa su brazo encima de mis hombros y me invita a entrar con la mano.
Necesitaba esto, necesitaba sentir un poco de paz a su lado.
El camarero, al verme, nos indica la mesa que nos habían reservado. Nos sentamos, nos entragan la carta, y él vuelve a formular la misma pregunta:
- Bueno, ¿puedo saber ahora como estás?
- Si, claro. Te he dicho que estoy bien. Un poco nerviosa por el examen, y descentrada por el día que llevo; pero estoy bien.
- No lo estás totalmente. Cuéntame, ¿qué días llevas? - Continuó preocupado.
- Pues... Para empezar, me levanté dos horas más tarde de lo que esperaba, por lo que tuve que hacer maravillas para no dejar plantada a Natalia en la plaza, y casi rompo la taza favorita de Raquel en el camino. Cuando llegué al centro, un niño se cayó en el paso de peatón e instivamente me tiré sobre él, no faltó demasiado para que el coche que se acercaba nos atropellara; luego me emocioné un poco mientras intentaba animar a mi amiga. En fin, demasiadas emociones para tan poco tiempo, y aún más teniendo un examen dentro de un rato; pero bueno, estoy bien. - Concluí. - ¿Tú que tal, como ha ido tu entrevista? - Intenté centrar la conversación en otro punto que no fuera yo.
- No puedo estar bien, no si tú no lo estás. La entrevista fue bien, parece que les he gustado. Tendrán que llamarme en unos días para decirme que he conseguido, o no, el trabajo.
- Estaré bien, tranquila. Un día extraño, nada más.
Me cogió la mano sobre la mesa y sonrió.
- Venga, decidamos que comer.
Pedimos, y como es costumbre en ese restaurante, la comida llegó muy rápido. Comimos, charlamos durante un rato más y salimos del restaurante tras pagar.
No me apetecía dejar a Néstor ahora, estaría con él toda la tarde. Sin hablar, sin hacer nada. Sólo estar con él. Pero siempre hay una diferencia entre nuestros deseos y nuestras obligaciones.
- Debo irme ya, no quiero llegar tarde una vez más hoy - Dije apenada mientras caminábamos lentamente, como quién no quiero llegar, al parking donde estaba mi coche.
- Tienes razón. ¿Te llamo luego? - Preguntó mientras me apretaba contra él.
- Si, por favor - Contenté cerrando los ojos, contra su pecho.
- Mucha suerte. Recuerda, respira ondo y relájate. Yo sé que puedes hacerlo.
- Gracias, pasa una buena tarde, ¿vale? - Me despedí con pocas ganas.
- Claro, tú también; mucha suerte, otra vez - Concluyó.
Sonreí y él susurró en mi oído: - Un mundo.
Es muy propicio a este tipo de detalles, que tanto me dejan pensativa durante muchísimo tiempo, como me hacen desear la próxima vez que me llame, para preguntarle por su significado, aunque nunca me lo diga.
Quizá, una palabra no tenga en sí tal significado; más bien es el significado que cada uno le damos, o que cada persona hace que tenga al decirla. En cualquier caso, él hace que me sienta especial.
                                                                                                                                       A.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Una nube.

Une nube.
Era algo perfecto.
Deseaba despertar, para así, 
comenzar a soñar.
Quería mirar tus profundos ojos,
perderme en tu infinita mirada,
mientras, tan solo, jugueteaba con tu cabello.
Y ahora...
¿Podría alguien, durante un pequeño instante,
ayudarme a retroceder en el tiempo?
No, probablemente no; todos corremos, 
huimos, intentamos pasar desapercibidos;
esta es la dura realidad.
Pero en aquel momento, me sentía aparte
de tal encrucijada y dolorosa realidad.
Podía plantearse el peor mal,
que allí se desvanecía, 
sólo con que con una sonrisa lo deseáramos. 
Todo era perfecto.
Pero ahora sé:
que fue demasiado perfecto para ser real.
Solo me queda el recuerdo, y quizá con él
un regreso de aquel entonces,
en el que solo pensaba,
en ser feliz, contigo.                 A.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Hold my hand - Michael Jackson ft. Akon.



"Esta vida no dura para siempre (agarra mi mano)
asi que dime a qué esperas (agarra mi mano)
mejor estar juntos (agarra mi mano)
que estar deprimentemente solos (agarra mi mano).

Porque yo he estado allí antes y tú también,
pero juntos podemos estar bien
porque cuando oscurezca y cuando haga frío
nos agarraremos el uno al otro hasta que veamos la luz del sol
así que coge mi mano, te prometo que haré todo lo que pueda
las cosas mejorarán si agarras mi mano
nada podrá separarnos si simplemente agarras mi mano.

Las noches comienzan a ser mas oscuras (agarra mi mano)
y no hay paz dentro (agarra mi mano)
así que por qué complicar nuestras vidas (agarra mi mano)
combatiendo el amor esta noche.

Porque yo he estado allí antes y tú también,
pero juntos podemos estar bien
porque cuando oscurezca y cuando haga frío
nos agarraremos el uno al otro hasta que veamos la luz del sol
así que coge mi mano, te prometo que haré todo lo que pueda
las cosas mejorarán si agarras mi mano
nada podrá separarnos si simplemente agarras mi mano.

Puedo decir que estás cansado de estar solo
coge mi mano, no te vayas, agárrame
háblame y déjame ser tuyo solamente,
porque puedo hacerlo bien hasta que amanezca.

Así que coge mi mano, y te prometo que harée todo lo que pueda
las cosas mejorarán si agarras mi mano
nada podra separarnos si simplemente agarras mi mano."

Te prometí...


Te prometí...
Te prometí la fidelidad,
te prometí la sinceridad,
te prometí la eternidad,
te prometí una infinita sonrisa,
te prometí un mundo sin fin juntos,
te prometí un paraíso ilimitado,
te prometí un sueño,
te prometí una realidad,
te prometí la felicidad,
juré entregarte mi vida.
Y realmente, lo único que poseo,
y estoy en condición de entregarte
es mi amor, mi corazón.
A partir de él, que hoy es tuyo,
construyamos un universo en el que
todo lo anterior sea nuestra realidad. A.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Amalia (Cap.2)

Cuando afrontaba el último paso de peatón para llegar a la mesa en la que Natalia estaba esperándome, un niño cruzaba a pocos pasos delante de mí, el pequeño miraba una pelota que tenía bajo el brazo, y justo cuando se acercaba a la acera, tropezó con sus cordones, desamarrados. Miré en ambas direcciones, un coche de la empresa de telecomunicaciones de mi padre se acercaba no demasiado despacio. No pude retener la reacción instintiva que salió de mí, grité asustada y corrí hacia el niño, aún en el suelo intentando levantarse. Los neumáticos del automóvil empezaron a chirriar con muchísima fuerza, pero parecía que nunca se iba a detener; yo ya había caído de rodillas al lado del pequeño. Unos segundos después, que se hicieron infinitamente extensos, el empleado de "Tell them" consiguió parar a unos pocos metros de nosotros. Jamás podré olvidar el instante en el que la criatura, con su rostro angelical y una mirada entre el pánico y el alivio, derramó una lágrima acompañada de una sonrisa que pretendía transmitir que se encontraba bien. Antes de que pudiera darme cuenta, el conductor del coche, todas las personas que caminaban por la zona e incluso mi amiga Natalia, estaban apelotonadas a nuestro alrededor. Jaime, como me dijo que se llamaba mientras intentaba ponerse en pie, corrió a abrazar a su madre, luego se volvió y me dirigió una última y sincera mirada. 
- ¡Amalia! - Dijo Natalia intentando no alzar demasiado la voz e intentando ocultar su preocupación. 
- Tranquila, Natalia, tranquila. Estoy bien. 
- Pero, ¿qué ha pasado? He visto un mogollón de gente, y en el centro estabas tú, tirada en el suelo sobre un niño, ¿cómo llegaste hasta ahí? - Preguntó contrariada.
- No lo sé. Estaba cruzando, cuando el niño tropezó, y lo siguiente de lo que tengo conciencia es cuando todas esas personas nos rodeaban. Fue todo muy rápido, y la vez, tan lento y embriagador. Su mirada era tan profunda, no parecía que estuviéramos en este lugar. No lo sé, sin duda, se me hará complicado olvidar lo de esta mañana.
No podía quitarme de la cabeza el suceso que había vivido, pero tenía que prestar atención a mi amiga, para eso estaba allí. 
- Y dime, ¿cómo te encuentras? ¿Qué tal va todo? - Dije aún con respingos en la voz y la respiración entrecortada. 
- Pues bueno, sinceramente, estoy muy dolida; aparte de lo de mi abuela, por mis padres. Mi madre lo está pasando francamente mal, ahora que papá se ha distanciado y no tiene a su madre, solo le quedo yo, y tengo miedo de no saber estar ahí, de no estar a su lado en el instante exacto en el que me necesite. 
- Natalia...
Sin duda, era el día de mis reacciones sin pensar, de las que salen desde el corazón. Me acerqué a mi amiga desconsolada, y la abracé. Se nos escaparon algunas lágrimas y ambas e intente retomar:
- Piensa que, como dices, ahora eres el mayor apoyo de tu madre, y si tú no sacas fuerzas, no podrás levantarla a ella. Creo que deberías también hablar con tu padre, hacerle ver toda la situación, que estoy segura de que abrirá los ojos; y eso sería verdaderamente alentador para tu madre. - Intenté animarla.
- Lo sé, me he planteado llamarle, pero no se me ocurre como podré plantarle cara. Y sé que tienes razón, en ambas cosas la tienes. - Respondió pensativa.
- Siempre te he considerado una persona fuerte, sé que saldrás de esta. Es un golpe duro, pero sabes muy bien que estaré a tu disposición cuando me necesites, solo tienes que llamarme.
- Lo sé Amalia, y no sabes cuanto agradezco eso. - Nos abrazamos de nuevo, emocionadas. - De hecho, me has ayudado tanto, que acabo de tomar una decisión: llamaré a mi padre ahora mismo. - Dijo a la vez que tomaba su bolso, decidida.
- Me alegra mucho que te hayas atrevido, ahora queda lo más difícil, hablar con él. Pero tú puedes, piensa en tu madre, en volver a ser una familia unida, y que la felicidad vuelva a invadir tu hogar.
- Gracias Amalia, de verdad, gracias. ¿Te llamaré esta noche para contarte como ha ido todo, de acuerdo? - Finalizó con el móvil ya en la mano.
- Por supuesto, sobre las nueve si es posible, ¿vale? Que antes tengo un examen en la facultad y luego pasaré acompañaré a Lorena hasta su casa. 
- Perfecto, así será. ¡Mucha suerte!
- Gracias, ¡se fuerte! ¡Ánimo! - Concluí con una sonrisa. 
- Lo intentaré, hasta la noche - Sonrió también.
Con todo este flujo de emociones, regresé hacia mi coche. Me vi obligada a cruzar de nuevo por el paso de peatones de hace un rato, me invadió una extraña sensación de alivio, de vida; necesité cerrar los ojos y respirar ondo. 
Sentada ya dentro del coche, comprobé que faltaban pocos minutos para las dos. Así que bajé la música y marqué el número de Néstor, deseando verle y esperando que él pudiera darme ese cariño tan especial que tanto necesitaba y él tan bien sabe darme.                                                                                 A.  

Apologize - David Sides

martes, 14 de diciembre de 2010

Amalia (Cap.1)

- ¡Amalia, Amalia! ¡Es casi mediodía! ¿No piensas levantarte? 
- ¡¿Qué?! ¿Raquel, hablas en serio, mediodía? !No puede ser!
Se supone que he quedado con Natalia, luego iré a ver a Néstor y más tarde deberé pasar por casa de Lorena para ir juntas a la Universidad. Y me quedo dormida hasta el mediodía, esto no me puede estar pasando.
Tomo el desayuno a la vez busco que la ropa que me pondré; por muy poco no he destrozado la taza al meterla en el lavaplatos. Me meto en la ducha, y lo más rápido posible ya estoy vestida y aseada. Consigo preparar mis cosas y estar en el coche media hora después de levantarme, dentro de lo malo, no ha sido catastrófico.
Ya en camino consigo evadirme por un rato, ayudada por la música del CD que Néstor me regaló en mi cumpleaños. 
Yo me llamo Amalia, soy una chica de veintidos años y estoy a punto de terminar la carrera de sociología, de hecho, toda esta prisa que llevo hoy tras despertarme a semejantes horas es porque no sé si lograré hacer todo lo que quería antes de ir a la facultad para hacer uno de los exámenes finales. Soy una persona normal, no destaco entre los demás, mi estatura es más bien baja que alta, mi tez no llega a ser morena, pero tampoco es excesivamente clara y mi belleza no es tan excepcional como para deslumbrar. Según me definen mis amigos, conocidos, y sobre todo mi familia, soy un persona muy sincera, humilde y muy agradable; yo pienso que soy un poquito vaga en algunos aspectos, pero comparto esa opinión, no me gusta tratar mal a la gente, ni tampoco sentirme superior a nadie, cuanto menos, mentir. Además, desde pequeña me ha gustado lo sencillo, vivir tranquila, sin molestar a nadie, y si es posible, sin que nadie me moleste; debido a ella, muchas personas me han acusado de ser una persona demasiado pasiva, que deja pasar las oportunidades ante sí casi sin inmutarse. 
Ahora ocupan mi cabeza cientos de cosas, aunque no debería ser así, puesto que estoy conduciendo y podría fácilmente pasar por alto cualquier detalle que provocara un accidente. Pero pocas son las personas hoy en día que van cien por cien concentradas en la carretera y en tráfico, más que nada por que no hay persona sobre la tierra que carezca de preocupaciones. 
Volviendo a esas cosas que ocupan mi mente, pienso en mi amiga Natalia, que perdió a su abuela hace una semana y eso, lejos de unir más a sus padres, los ha distanciado, aparentemente, porque su padre no entiende que su esposa se muestre tan afligida ante la muerte de su propia madre; algo que, en mi opinión, es ilógico, pues solo tenemos una madre, y la muerte es lo único irrecuperable e irreparable que conozco, vale que ya no hay remedio, y vale que así solo conseguiremos sentirnos mal, pero es su madre quién se ha ido, ¿qué persona que no haya pasado algo así es capaz de juzgar de alguien porque sufre debido a ello? Personalmente, no me parece nada correcta su actitud; aunque siempre lo he considerado un hombre sensato con unos principios bien afianzados. 
Otra cosa que revolotea por mis desorganizados pensamientos es Néstor, mi actual novio, que se presentaría esta mañana a una entrevista de trabajo, en un periódico deportivo. Con quién había quedado para almorzar, para tratar, entre otras cosas, los resultados de su encuentro con el director del diario deportivo.
Aunque no parezca cierto, ha trancurrido media hora y ya estoy a punto de llegar a la plaza de la ciudad, donde he quedado con Natalia. Y parece que hoy, a diferencia de la mayoría de días laborales, no será un infierno hallar un aparcamiento.
Me bajo del coche, paso por el restaurante al que Néstor y yo solemos ir con frecuencia, reservo una mesa para las dos; y me encamino hacía la terraza del kiosko, donde ya consigo ver a mi amiga.
A.