lunes, 21 de mayo de 2012

Una entre un millón.



He besado más veces tu cuello
que los días que me llevaría olvidarte
si te fueras sin avisar.

He mimado y colocado tu cabello
con más amor que del que pensaba podía existir,
más del que cabe en un solo hombre.

He disfrutado de tu perfume con más intensidad
de la que late mi corazón al verte sonreír
recitando mi nombre.

Mis dedos han recorrido más kilómetros
acariciando cada centímetro de tu espalda
que las botas de aquel pobre aventurero que conocí.

He necesitado el calor de tus manos
en tantas noches en vela,
que ya no sé dormir sin ti.

He dependido de tu aliento tanto tiempo
Que ya no sé respirar si no soplas tras de mí.
Imprescindible, amor; suave, alhelí.

He llorado tanto por tu ausencia
que me he visto obligado a robar
lágrimas a la lluvia, perlas a la insaciable mar.

He saboreado tus labios tantas veces,
y aún no he conseguido determinar
qué es lo que me hace resucitar.

He creído en mí cada vez que te he desnudado
más de lo que creí en la vida cuando amanecías aquí
bella, entregada, sin maquillar.

Y a pesar de todo, cada vez que nuestras miradas
se cruzan, busco las pasiones robadas
que han gastado horas
y que hacen que solo pueda amarte más.

Cada vez que nuestros labios se desean rozar
sueño con romper el suelo y el cielo
para dar cabida a este inmenso anhelo
de ti que ya no puedo controlar.

Cada vez que miro en lo más profundo de ti
conozco algo nuevo y maravilloso de mí.

                                                           A.

1 comentario: