martes, 1 de mayo de 2012

Co-razones.

"No hace falta que me digáis eso
de que perdéis la cabeza por 
eso de que sus caderas. 

Ya sé de sobra que tiene esa sonrisa
y esas maneras.
Y todo el remolino que forma
en cada paso de gesto que da.

Pero además, la he visto ser ella misma
y en serio que eso no se puede escribir en un poema.
Por eso, eso que me cuentas
de que mírala como bebe las cervezas
y como se revuelve sobre las baldosas
y que fácil parece a veces enamorarse.

Todo eso de que ella puede llegar a ser
ese puto único motivo de ser vivo
y a la mierda con la autodestrucción.

Todo eso de que los besos de ciertas bocas
saben mejor es un cuento que me sé
desde el día en que me dio besos
y me dijo su nombre.

Pero no sabes lo que es caer desde un precipicio
y que ella aparezca de golpe y de frente
para decirte: venga, hazte un peta y me lo cuentas.

No sabes lo que es despertarse
y que ella se retuerza y bostece,
luego te abrace, y luego
no sepas como deshacerte del resto del mundo.

Así que supondrás que yo soy el primeo 
que entiende el que pierdas la cabeza
por sus pierdas, y el sentido
por sus palabras.
Y los huevos por un mínimo roce de mejilla.

Que las suspicacias, los disimulos
cuando pasa su culo, 
las incomodidades de orgullo que pueda provocarte,
son algo con lo que yo ya cuento.

Quiero decir que a mí de versos
no me tienes que decir nada, 
que hace tiempo que escribo los míos.
Que yo también la veo,
que cuando ella cruzo por debajo del cielo,
solo el tonto mira al cielo.

Que sé como agacha la cabeza,
levanta la mirada, y se muerte el labio superior.
Que conozco su voz en formato susurro,
en formato gemido, en formato secreto.

Que me sé sus cicatrices, 
y el sitio en el que tienes que tocar
en el este de su pie izquierdo
para conseguir que se ría.
Y me sé lo de sus rodillas,
y la forma de rozar las cuerdas de una guitarra.

Que yo también he memorizado su número de teléfono,
pero también el número de sus escalones,
y el número de veces que afina las cuerdas
antes de ahogarse por bulerías.

Que no solo conozco su última pesadilla,
también las mil anteriores.
Y yo si que no tengo cojones a decirle que no a nada,
porque tengo más deudas con su espaldad
de las que nadie tendrá jamás con la luna.
Y mira que hay tonto enamorados en este mundo.

Que sé la cara que pone cuando se deja ser completamente ella,
rendida a ese puto milagro que supone que existas.
Que la he visto volar por encima de poetas
que valían mucho más que estos dedos,
y la he visto formar un charco de arena 
rompiendo todos los relojes que le puso el camino.

Y la he visto hacerle competencia a cualquier amanecer

por la ventana: no me hablar de paisajes,
sino han visto su cuerpo.

Que lo de: mira sí, un polvo es un polvo.
Y eso del tesoro pintado de rojo sobre sus uñas.
Y solo los sueños puede posarse sobre 
las cinco letras que tiene su nombre.

Que te entiendo, que yo escribo sobre lo mismo.
Y sobre la misma.

Que razones tenemos todos,
pero yo, muchas más que vosotros."

                                                                Carlos Salem.

No hay comentarios:

Publicar un comentario