No es banal ni mucho menos convencional
lo que aquí se trata, mi querida damisela,
pues es recomendable atender a la posdata,
ya que, escondido entra las líneas,
y camuflado entre sonrisas,
se hayan las verdaderas premisas
de este amor que deseo exista hoy entre los dos.
No pretendo reconocimientos, ni escarmientos;
tan solo pido una vida sin espesura,
donde, sin ninguna asfixiante censura,
pueda compartir contigo mi ilusión y mi locura.
A.
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